En el libro “The Promise of a Pencil” de A. Braun, el autor cuenta como en uno de sus viajes a la India se dedicó a preguntar a los niños, ¿qué es lo que más deseas en el mundo?. Las respuestas que recibió fueron de lo más diversas, y algunas muy curiosas como la de un niño que mendiga en las calles, y que contesto: “un lápiz”.
A primera vista, un lápiz puede parecernos un mero instrumento, pero para este niño, que había visto a otros escribir, significaba más cosas. Era la posibilidad de acceder a un mundo que le resultaba desconocido, misterioso y prácticamente inalcanzable. Según relata Braun, al niño se le ilumino la cara cuando él le dio un lápiz que tenía en su mochila. Al leer esta historia, me hizo recordar que si bien yo no hice esta pregunta cuando me baje del tren en un pueblito de la región de Salta en Argentina llamado San Antonio de los Cobres, un niño se acercó a mí y me pidió “una lapicera”.
Hoy día, la tecnología puede hacer que no solo puedas ofrecer una lapicera sino un mundo de conocimientos a través de la web. Por ejemplo, la Khan Academy, es un proyecto sin ánimo de lucro que ofrece recursos didácticos para que los niños (y todo aquel que quiera) puedan aprender y mejorar sus conocimientos de matemáticas.
Estas posibilidades que ofrece la tecnología, cobran si cabe más relevancia si prestamos atención a recientes estudios en Economía de la Educación donde se señala el alto retorno económico y social de programas centrados en la educación infantil, al compararlo con otro tipo de intervenciones realizadas durante periodos posteriores.
Leopoldo Laborda