Hace tiempo que el crowdfunding ha dejado de ser un concepto novedoso y algo exótico para convertirse en una alternativa de financiación real para los pequeños (y no tan pequeños) emprendedores. No hay más que mirar los datos de las principales plataformas que operan en España, como Goteo, Verkami o CrowdCube por citar sólo algunas, para comprobar que este sector no ha dejado de ganar peso e interés.
Está claro que el crowdfunding ha quebrado el modelo tradicional de búsqueda de financiación. Ya no hay que convencer a los bancos de que tu proyecto es sólido y rentable. Ahora hay que persuadir a la masa que puebla el universo digital de que merece la pena invertir algunos euros en tu idea. Tweets, post, comentarios en Facebook, grupos en LinkedIn… Todos los medios son buenos.
Aunque el objetivo sea el mismo, las normas y los códigos cambian. Una de las principales leyes que rigen este nuevo paradigma es que el crowdfunding no es sólo una vía de financiación, también es una campaña de marketing y comunicación estratégica. De hecho, cada vez es más usual que los emprendedores lancen campañas de crowdfunding no para buscar financiación, sino para testar su proyecto y ver si suscita el interés del público.
Como todas las campañas de comunicación, las de crowdfunding requieren de una planificación muy cuidada. Atendiendo a los expertos en crowdfunding, podemos dividir las campañas en cuatro grandes fases: planificación, precampaña, campaña y poscampaña.
Planificación
Aunque esta fase es crucial, muchas veces no recibe la atención que merece. Es posible que una campaña fracase aún habiendo hecho una correcta planificación; pero es casi imposible que con una mala planificación se consigan buenos resultados.
Una de las primeras decisiones que se han de tomar es el tipo de crowdfunding que mejor se ajusta al proyecto. Hay cuatro:
– Crowdfunding de recompensa: es el más usual. Es aquel en el que los mecenas reciben una recompensa (ya sea un producto o un servicio) por apoyar el proyecto.Cuanto mayor sea la aportación, mejor será la recompensa.
– Crowdfunding de donación: es aquel en el que los mecenas apoyan a los proyectos de forma desinteresada, sin recibir ninguna contraprestación a cambio.
– Crowdfunding de inversión: las personas que apoyan al proyecto reciben una acción de la empresa, una participación, compromisos sobre los beneficios, etc.
– Crowdfunding de préstamo: al cabo de un tiempo previamente fijado, el mecenas recibe la cantidad de dinero que haya aportado más un interés acordado. Este tipo de crowdfunding existe tanto para empresas como para particulares.
Una vez escogido el tipo de crowdfunding, habrá que escoger la plataforma con la cual se va a trabajar. Hay decenas de ellas que operan en nuestro país, y cada una con sus características particulares. Las plataformas generalistas generan mayor tráfico de visitas y tienen más visibilidad, pero las de nicho (aquellas centradas en un sector específico, como la ciencia, la innovación social, el diseño, el deporte…) generan comunidades más activas y comprometidas. Hay que encontrar la plataforma adecuada para las necesidades del proyecto.
Durante la fase de planificación se deben sentar las bases de la estrategia de comunicación que se va a seguir. Es importante definir al público objetivo, porque de él dependerá el estilo, los códigos comunicativos y los canales que se vayan a emplear en la campaña. Si te diriges a un público conectado, tendrás que poner tus esfuerzos en la campaña de redes sociales; si por el contrario tu público no tiene acceso a Internet, tendrás que buscar otras estrategias para llegar hasta él (por ejemplo, la plataforma de crowdfunding editorial Libros.com ofrece la posibilidad de que los mecenas hagan su aportación a través de papeletas).
Este también es el momento de calcular los costes de la campaña. No solo hay que contar con el coste de producción de tu producto o servicio (aquello que quieras financiar con la campaña). También hay que tener en cuenta la comisión de la plataforma, los impuestos que haya que pagar, los posibles costes de la campaña de comunicación (si se va a contratar a alguien para que se dedique a ello), etc. Este cálculo permitirá fijar un objetivo financiero ajustado.
Precampaña
Este es el momento de crear comunidad. Lo que realmente determina el éxito de una campaña de crowdfunding es la comunidad que apoya al proyecto. En la precampaña hay que construir redes de personas que estén realmente interesadas en el proyecto y que apuesten por él.
En otras palabras, el objetivo de esta fase es crear comunidad e interés. Pero conseguir esto no es tarea fácil, y cuanto antes se comience a trabajar en ello, mejor.
La primera comunidad es la que se conoce como las 3 F: Family, Friends and Fools (familia, amigos y los «locos»). Estas son las personas que, por su cercanía, apostarán primero por tu proyecto. Sin embargo, no hay que quedarse ahí, hay que conquistar a una cuarta F: los Fans. Este grupo es el que impulsará al proyecto hasta su objetivo final.
Para alcanzar a los fans hay que servirse de todos los medios de comunicación que tengamos al alcance. Web y blog propio, perfiles en redes sociales, lanzar un hashtag, enviar newsletters, colaboración de influencers, notas de prensa… Hay que ir a buscar a los fans potenciales allí donde estén.
Una muy buena estrategia es crear un vídeo promocional. El fin es crear una conexión emocional con los usuarios/mecenas potenciales y empujarles a financiar el proyecto. La experiencia demuestra que los vídeos de campaña aumentan drásticamente las probabilidades de llegar al 100% del objetivo de recaudación.
En la siguiente entrada, Comunicación y crowdfunding, más allá de la financiación (II), abordaremos las dos fases restantes: la campaña y la poscampaña.
Este post se ha realizado en base a las conclusiones del evento CrowdDays Madrid.
Un comentario en “Comunicación y crowdfunding, más allá de la financiación (I)”