Dicen que el futuro será híper tecnológico. Que el Internet de las cosas convertirá todo lo que nos rodea en objetos inteligentes. Las gafas, el reloj, los bolígrafos y la ropa serán capaces de enviar y recibir datos. Viviremos sumidos en una marea de unos y ceros que nos atravesarán, registrarán, medirán y cuantificarán.
El problema es que lo que acabamos de describir no es el futuro, es el presente. ¿Y quién se ocupa de gestionar todos esos datos? ¿Somos capaces de interpretarlos, o nos perdemos en la maraña? ¿Nos sabemos manejar en el presente digital?
Estas preguntas nos revelan la importancia de la cultura STEAM, o lo que es lo mismo, science, technology, engineering, arts y mathematics (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas). Lo que proponen estas siglas es que no solo sean inteligentes los objetos que nos rodean, sino la sociedad en su conjunto. Es decir, se trata de capacitar a las personas para que puedan exprimir al máximo las posibilidades que ofrece la tecnología y no se ahoguen en el mar de datos.
Ahí radica la importancia de tener conocimientos en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Nociones básicas de programación nos pueden resultar muy útiles para resolver problemas cotidianos con el ordenador o los dispositivos móviles. Las matemáticas nos enseñan a interpretar gráficos y estadísticas para no caer en engaños. La ciencia y la medicina nos permite estar alerta y tomar decisiones adecuadas en momentos precisos.
A todo ello se le suma la A de arte. Este campo, junto con el de las humanidades, nos permite tener un pensamiento crítico y creativo, así como capacidad de interpretación y contextualización. En otras palabras, nos ofrecen una serie de habilidades necesarias para desenvolvernos en sociedad.
Por estos motivos debemos tener en mente estas cinco siglas: STEAM. En ellas se resume un conjunto de conocimientos, habilidades y estrategias que nos sirven de brújula con la que orientarnos en un mundo que ya es digital.